Viaje sin retorno de un poeta

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Roque Dalton fue una figura perseguida por su pensamiento progresista, sin embargo, sus demandas, tan vigentes, lo han convertido en un salvadoreño universal

 

Por Renán Alcides Orellana

En este mayo que presagia copiosos inviernos, se cumplen 43 años de la muerte del poeta Roque Dalton, vilmente asesinado en San Salvador por sus mismos compañeros de lucha -el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)- el 10 de mayo de 1975, a los 40 años de edad. Había nacido en la misma ciudad, el 14 de mayo de 1935.

Un día después de la muerte del poeta, el 11 de mayo, la noticia nos golpeó fuertemente a varios compañeros de oficio, reunidos para analizar y profundizar sobre la realidad socio política imperante y las posibles consecuencias de intranquilidad social, producto de la represión, persecución, cárcel y destierro que desataba el gobierno de turno, contra profesionales, estudiantes, obreros y campesinos de pensamiento opositor. Roque Dalton era uno de los más perseguidos. Y, precisamente por eso, dentro de la temática abordábamos el pensamiento y la obra de Dalton, de quien, quizás todos, ignorábamos que, desde mucho antes y para entonces, ya estaba residiendo clandestinamente en el país. Lejos estábamos de imaginar que un día antes, el 10 de mayo, fuerzas oscuras habían truncado la vida del poeta, amigo y compañero de afanes literarios.

Ese día, la noticia nos llegó escueta, sorprendente e increíble, pero ambigua, sin mayores detalles. En medio de aquella incertidumbre, para suavizar el impacto, y para generar conformidad, se me ocurrió expresar al grupo que era preciso esperar confirmación, pues mientras no hubiera alguien que afirmara haber visto el cadáver, y el lugar donde quedó Roque, no debíamos darlo por muerto… ¡y hasta ahora!…

Pero la noticia se reconfirmaba con los días: Roque Dalton había sido asesinado acusado de traición y otras falsedades, “ajusticiamiento”, acto criminal ejecutado por sus mismos compañeros de organización, los para entonces dirigentes del grupo guerrillero Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Si bien estos señalamientos sobre los ejecutores han sido secreto a voces, lo cierto es que el crimen sigue en la impunidad, rodeado del misterio que causan la indiferencia, los enredos jurídico-políticos o la falta de evidencias claras.

Recordaba mi última charla con Roque. Fue por 1964, en las gradas del entonces edificio en construcción de la Biblioteca de la Universidad de El Salvador (UES). Yo buscaba información para mi columna cultural “Voz universitaria”, que mantenía en el periódico “Tribuna Libre”, en el que yo laboraba. Roque, a pesar de que para entonces era presa de un andar muy sigiloso, no perdía la visión y el compromiso de impulsar la labor literaria, como una contribución al desarrollo cultural del país. “Es necesario intentar un trabajo más amplio y sostenido sobre la poesía- me dijo. No están de más los recitales que se vienen realizando, pero se precisa de algo más. Andá donde Tirso (Canales), ahí en las barracas de Humanidades. Platicá con él; tiene algunas ideas sobre la necesidad de que los escritores nos vayamos agrupando, para impulsar nuestro quehacer. Platiquen y me contás…”. No pude contárselo. La misión que le imponían su vocación y convicción poético-revolucionarias, habría de llevarlo más lejos de lo que todos imaginábamos. Hasta el desenlace fatal que nos fue comunicado aquel día de mayo, en 1975…

Roque Dalton García -como ha quedado dicho- nació en San Salvador, en  1935 y murió en mayo de 1975. En orden cronológico, la siguiente es parte de la producción literaria de Dalton, desde la publicación de “Dos  puños por la tierra”, en coautoría con Otto René Castillo, poeta guatemalteco exiliado en El Salvador, para continuar su obra individual con “Geografía de mi voz”, “Poemas personales”, “Vengo desde la URSS amaneciendo”, “Mía junto a los pájaros”, San Salvador, 1958; “La ventana  en el rostro”, México, 1961; “El mar”, La Habana, 1962; “El turno del ofendido”, La Habana, 1963; “Los testimonios”, La Habana, 1964; “Poemas”, Antología, San Salvador, 1968; “Taberna y otros lugares”, La Habana, 1969; “Las historias prohibidas de Pulgarcito”, México, 1973… hasta la publicación de “Pobrecito poeta que era yo”, San José, Costa Rica, 1976; es decir, un año después de la muerte del poeta; aparte de una abundante obra dispersa que, con giros universales, se ha esparcido por el mundo.

En ese contexto podría enmarcarse la vida literaria  de Roque Dalton, con característica especial, no sólo por su vasta producción, a pesar a su corta edad, sino por los avances cualitativos y  cuantitativos de una concepción altamente poética, cada vez más identificada con su responsabilidad frente al mundo. Un proceso admirable y creciente, truncado es cierto, pero con suficiente trayectoria literaria para ubicarse entre los grandes del continente.

De  la concepción poética de Roque Dalton, arrancan sin duda los testimonios de toda una producción literaria, conocida dentro y fuera del país, aunque quizá más lo segundo que lo primero, dado el carácter de universalidad que se advierte en toda su obra, aun cuando nunca perdió, al contrario sostuvo y defendió, las raíces que lo identificaran  con su patria.

Por todo lo anterior, la figura de Roque Dalton, antes proscrita y vilipendiada “por su tendencia socialista”, ahora a la  inversa ya ha sido recogida por la historia literaria de El Salvador; y  ha llegado para quedarse y continuar en ella, por esa condición indiscutible de poeta auténtico y universal.

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